BDSM.

Subcultura, estilo de vida, preferencia erótica, forma de expresión sexual; son muchas las expresiones que se han utilizado para definir al BDSM, incluso se acostumbra confundirlo con el Sadomasoquismo, cuando en realidad va mucho más allá.

Muy contrario a lo que la gente piensa, el BDSM es una práctica sexual común, aunque para muchos aún se trate de algo tabú o moralmente incorrecto.

El termino BDSM se creó para abarcar un grupo de prácticas y fantasías eróticas que pueden llevarse todas a cabo u optar por alguna que genere más placer o atracción. La sigla BDSM corresponde a los términos Bondage, Disciplina, Sado y Masoquismo; a su vez contempla los términos Dominación y Sumisión, agregando estas variantes a la misma. La práctica del BDSM contrariamente a lo que muchos creen, no se basa en infligir o provocar dolor; es mucho más abarcativa, un mundo intelectual, estética y eróticamente rico y complejo.
Más allá de la gran cantidad de prácticas que abarca el BDSM (y que sería imposible enumerar), estamos hablando de un concepto, una filosofía global donde el placer es el objetivo, pero que requiere de diversos factores tales como consenso, seguridad, confianza… y una vez alcanzados estos, no hay nada que se le asemeje.
Dicen que este término se creó en 1990, pero no es hasta 1991 que aparece por primera vez en torno al foro de noticias por internet alt.sex, como la yuxtaposición de dos abreviaturas contrapuestas, BD (bondage y dominación) y SM (sadomasoquismo); como elemento globalizador, el BDSM tiene escasas décadas de vida, y es a partir de esta fecha que empieza lo que hoy se conoce como el periodo de la New Guard (Guardia joven o nueva), que se caracteriza por la apertura hacia el mundo heterosexual y de


[spoiler title=’Seguir leyendo.’]la homosexualidad femenina, la aceptación del fenómeno Switch, la inclusión de elementos de sensibilidad interior (dominación psicológica, relaciones D/S sin inclusión de rasgos sadomasoquistas, etc.), la aceptación de quienes practicaban el “sólo juego”, y la participación activa de la mujer heterosexual en el asociacionismo BDSM.
Este aglutinamiento de prácticas, aficiones e identidades sexuales, le confiere uno de sus aspectos más sobresalientes, la Diversidad; todos comparten una cierta estética y un elemento común; el consenso y la tolerancia adulta, bajo el lema: “Tu gusto no es el mío, pero me gusta que lo puedas practicar”.
Cabe destacar que todas las acciones llevadas a cabo en un ambiente BDSM son acciones previamente consensuadas y proyectadas dentro de un marco de seguridad. El BDSM no es improvisación ni se basa en el dolor per sé, sino que por el contrario, requiere de meditación y planificación previa, control, precaución, consideración y otros diversos actores.[/spoiler]

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