No es un lugar, es un estado que el sumiso alcanza cuando ha cedido el control, el poder y se entrega totalmente; es un estado de placer casi orgásmico, intenso, largo y duradero que nos lleva por completo.
Es un estado especifico de la mente del sumiso, al que puede entrar sobre todo después o durante una intensa actividad o juego con un alto contenido de dolor, presencia de bondage y/o algún tipo de privación sensorial que se caracteriza por producir un efecto de euforia total, felicidad, una fuerte sensación de bienestar, o incluso un estado similar al haber ingerido algún alucinógeno.
Este viaje puede tener una duración variable, desde unos pocos segundos hasta más de media hora, el sumiso al entrar en el subespacio, deja de percibir las cosas conscientemente. Es una forma de trance, la mente excluye ciertos impulsos y se concentra en solo uno o muy pocos, ignorando por completo los demás, se puede llegar a perder toda sensación de dolor y cualquier estimulo hace que el periodo se prolongue; esto puede incapacitar al sumiso de hacer uso de la palabra de seguridad. Ya en este punto la responsabilidad del Dominante es tremenda, pues debe saber hasta dónde debe continuar la sesión y como cuidar al sumiso cuando salga del subespacio, lo cual, por cierto, es gradual.
La ciencia está aún lejos de entender completamente el subespacio, sin embargo, sabemos que…
[spoiler title=’Seguir leyendo.’]la intensa experiencia formada por la dupla dolor-placer, desencadena una respuesta del sistema nervioso simpático, lo que provoca una liberación de adrenalina de las glándulas suprarrenales, así como una descarga de endorfinas y encefalinas. Estas sustancias químicas naturales producen el mismo efecto que una droga similar a la morfina, aumentando la tolerancia al dolor e induce una sensación flotante estático eufórico.
Aprender a volar en el subespacio es una experiencia poderosa[/spoiler]