Si inicias una relación sexual con cariño, pendiente de tu pareja y, aunque aparentemente ella acepta las caricias, pero se comporta de forma pasiva, recibiendo pero no dando, tendrás tus dudas de si realmente a tu pareja le apetece, si lo hace solo por corresponder o porque teme decirte que no.
Y, a la inversa, si tu inicias una relación, pero una vez en marcha adoptas una postura pasiva, tu pareja probablemente quedara desconcertada, con dudas acerca de si realmente te apetece, si lo haces por ella o es que te has arrepentido de haber empezado.
La comunicación en la cama puede ser directa, a través de palabras, o indirecta, a través de lo que manifiesta nuestro comportamiento, aunque no digamos nada. Una postura activa o pasiva es principalmente una forma de comportarse que esta diciéndole al otro muchas cosas, y si hay una incongruencia de base como aceptar una relación sexual pero sin participar en ella, esa comunicación no es clara y ello, posiblemente, produce desconcierto e incomodidad.
Algunas parejas que mantienen relaciones sexuales desde hace mucho tiempo se han habituado a un reparto de funciones en el que uno ostenta la responsabilidad de iniciar la relación y de comportarse activamente mientras el otro se acomoda. Sin embargo, esta dinámica suele darse en parejas con una sexualidad muy limitada y repetitiva, puesto que no hay variedad de estímulos a la larga.
Al preguntarles a estas personas si están satisfechas de su sexualidad, suelen opinar que es menos satisfactoria que la de las parejas en que ambos participan activamente. Comportarse de forma activa significa tomar la iniciativa, proponer la relación en sitios o formas distintas de la vez anterior, acariciar a la pareja mientras ella nos esta acariciando a nosotros, proponerle nuevas cosas, decirle lo que nos gusta y lo que no, provocarle, incitarle, responder a sus caricias con expresiones de agrado… En fin, comportarse activamente en la cama es la mejor forma de hacer el amor.
[spoiler title=’Leer más’ style=’default’ collapse_link=’true’]Como en casi todos los aspectos de la sexualidad, aun esta muy extendida la idea de que el hombre es quien debe llevar la iniciativa, puesto que por naturaleza los varones son mas proclives a la actividad sexual y su excitación se produce mas automática y rápidamente, mientras que la mujer necesita mas preámbulos y miramientos. Esta actitud tradicional tiene unas consecuencias que no son del todo positivas: obligan al hombre a mantener la responsabilidad sobre na de las áreas mas importantes de la pareja. Ademas, ante un fallo esporádico de su respuesta quedan mas expuestos a su repetición, ya que son ellos los que deben promover los pasos y cambios durante la relación. El día que falla, por ejemplo, la erección, cuando siempre se ha presentado sin problemas, queden indefensos, sin recursos, y su obligación de funcionar les produce temor a ser incapaces de recuperarla. Es la conocida ansiedad de ejecución. En el caso de la mujer, la situación tampoco es a la larga beneficiosa, puesto que ese comportamiento pasivo la coloca en una situación parecida: si la estimulacion recibida deja de producirle excitación (o tal vez nunca la ha sentido), no sabrá como alterar este hecho, puesto que nunca se ha responsabilizado de su placer, y probablemente tendera a culparlo a el.
Por otra parte, desde que la mujer ha asumido su responsabilidad sexual y se comporta mas activamente en la cama, algunos hombres admiten sentirse asustados al ponerse en cuestión un dominio que parecía ser suyo, y temen en cierta forma perder uno de los estereotipos de su virilidad. Lo cierto es que, aunque en un principio las personas que han recibido una educación sexista sienten un cierto desasosiego, este cambio de papeles hacia otro mas igualitario aporta a la relación una mayor calidad sexual para ambos. [/spoiler]